martes, noviembre 04, 2008

¡Quietos! ¡Parados!

Aventajosa Pepónez pasó treintaycientos años de su vida empleándose como vendedora de caspa para hombro en la misma calle donde vivía. Nunca tuvo mayores altercados y en sus 65 años de profesión tan sólo fue atracada en una ocasión, matando al agresor hasta tres veces en la misma mañana. Desde el balcón, su familia le arengaba con arengues en las ventas más importantes. Así, de este modo, Aventajosa se hizo un nombre en el mundo de la venta de caspa para hombro ambulante. Grandes aristócratas acudían a ella para lucir sus bellos hombros cubiertos de tan deseado compuesto. Los falsificadores de caspa no se hicieron esperar y, pronto, Aventajosa se vio rodeada de personajillos sin escrúpulos que se dedicaban a rallar diamantes y piedras preciosas tratando de imitar sin éxito su suculenta caspa para hombro. Aventajosa no pudo luchar contra los precios de la competencia, ya que éstos eran campeones olímpicos, y poco a poco vio cómo sus sueños se iban a pique y sin batiscafo. Pero entonces llegó un otoño lluvioso, y la lluvia arrasó a la falsa caspa, borrándola de todo hombro vivo. La falsa caspa resbalaba por los brazos de la gente, comenzando así una carrera vertiginosa que atravesaba calles, alcantarillas, riachuelos y desembocaba por fin en el mar. Las olas se encargaron del resto, haciendo que todas las costas de todas las playas del mundo se poblasen de hojuelas y falsa piel muerta, transformando la arena en una mezcla de pitiriasis rocosa y devaluando hasta la gratuidad toda la caspa del planeta. Aventajosa y sus falsificadores de caspa para hombro y mujer continúan hoy por hoy en paro desconocido.