Me duele el zapato. Quiero decir: el zapato.
Jabobo notó una punzada en la espalda. Dentro de la espalda. Un dolor muscular. Nada raro. Jabobo siguió su vida normal.
Jabobo no tardó en experimentar una punzada en la piel de su omóplato derecho. Jabobo pensó que sería una llaga y siguió su vida normal. De hecho, se divertía contando que padecía un dolor extracutáneo. Jabobo siempre fue muy de la guasa.
Dos semanas más tarde, Jabobo experimentó un curioso malestar un palmo detrás suyo. Le pareció absurdo, pero no había duda. Tenía un dolor claramente enfocado un palmo detrás de su omóplato derecho.
El médico le dijo que eran pamplinas, que con una pomada se le pasaría, que se trataba de un dolor extracutáneo, sin ir más lejos. A Jabobo le pareció paradójico el uso de la expresión "sin ir más lejos". Esa noche, Jabobo encontró muy difícil aplicar la pomada un palmo detrás de su omóplato derecho.
Por supuesto, el malestar no remitió. Fue alejándose. Y el malestar llegó al adosado de al lado. Jabobo ,mientras se afeitaba para ir a trabajar, notó cómo le dolía muchísimo la bañera del vecino.
Jabobo acabó acostumbrándose a que le doliera el vecino de la flema, el grifo de la casa de su su madre o el jefe de su cuñado.
Ayer encontré a Jabobo y le pregunté qué tal le iba todo.
Bien. - me dijo - Salvo que me duele levemente el perro.
Me sentí miserable por ir por la vida quejándome de mi aburrido quiste.
Jabobo no tardó en experimentar una punzada en la piel de su omóplato derecho. Jabobo pensó que sería una llaga y siguió su vida normal. De hecho, se divertía contando que padecía un dolor extracutáneo. Jabobo siempre fue muy de la guasa.
Dos semanas más tarde, Jabobo experimentó un curioso malestar un palmo detrás suyo. Le pareció absurdo, pero no había duda. Tenía un dolor claramente enfocado un palmo detrás de su omóplato derecho.
El médico le dijo que eran pamplinas, que con una pomada se le pasaría, que se trataba de un dolor extracutáneo, sin ir más lejos. A Jabobo le pareció paradójico el uso de la expresión "sin ir más lejos". Esa noche, Jabobo encontró muy difícil aplicar la pomada un palmo detrás de su omóplato derecho.
Por supuesto, el malestar no remitió. Fue alejándose. Y el malestar llegó al adosado de al lado. Jabobo ,mientras se afeitaba para ir a trabajar, notó cómo le dolía muchísimo la bañera del vecino.
Jabobo acabó acostumbrándose a que le doliera el vecino de la flema, el grifo de la casa de su su madre o el jefe de su cuñado.
Ayer encontré a Jabobo y le pregunté qué tal le iba todo.
Bien. - me dijo - Salvo que me duele levemente el perro.
Me sentí miserable por ir por la vida quejándome de mi aburrido quiste.
3 Comments:
Suele pasar. A mucha gente le duele el bolsillo.
Mejor eso que 0 comentarios, querida.
Un beso.
Un quiste hilarante. Aunque prefiero los quistes verdes. Llámeme obeso.
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