martes, junio 06, 2006

Cuatro Milenios

Aparecí sin saber cómo, en el cuarto pino...... allá en el propio quinto de baño del trastero de Perico delgado. El pánico se apoderó de mi por momentos. Era un lugar sombrio y lleno de bicicletas sin sillín. Pero cuando estaba al borde del colapso, apareció ella. Allí estaba con sus pechos a un metro cuarenta y cinco del suelo, el sueño de todo ser humano. La pena que yo era una estanteria policromada en oro de 24 quilates y a decir verdad no presté mayor atención.

Aterrada, comencé a ladrar. Mis ladridos alcanzaron cuatro esquinas, y un precioso ramillete de guardias civiles vestidos de hojarasca, acudieron a mi rescate. Gracias a ellos, puedo contar mi historia hoy convertido en un pupitre nauseabundo para infantes desmembrados de cerebro en un colegio del opus dei.

Amén.