Barniz holandés
A veces, sentía la necesidad imperiosa de ingerir ciertos productos tóxicos cuyo olor le entusiasmaba. Tal era el caso del incienso indio Nag Champa o del barniz holandés, a cuya textura melosa no se podía resistir, hasta el día en que decidió prescindir de las leyes de la química. Se sentó a la mesa y, ceremoniosamente, con cuchillo y tenedor, se comió veinticuatro barritas de Nag Champa, y se bebió setenta y cinco centilitros de barniz holandés. Le pareció todo delicioso. Se limpió con la servilleta, se levantó y se fue a su rutina, pensando en catar pronto el champú con aroma a chicle.
Desde entonces, su piel se volvió más suave, y su aliento olía a menta. Sus músculos se tonificaron y sus huesos se engrasaron. Y, además, falleció.
Desde entonces, su piel se volvió más suave, y su aliento olía a menta. Sus músculos se tonificaron y sus huesos se engrasaron. Y, además, falleció.
4 Comments:
Cualquier persona en su sano juicio sabe que más de 20 barritas de Nag Champa son indigestas. Mi mas sentido pésame.
¿Murió antes de poder probar el champú con aroma a chicle?
Una tragedia, una tragedia.
Seguro que le brillaba más el pelo y la piel. Es lo que tiene beber barniz, que uno se renueva enseguida.
Bueno, este blog es muy gracioso eh? que habilidad para explicar tragedias! :)
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