¡Qué vergüenza de tortilla! ¡Es ridículo!
Se llamaba Tortita Peláez, aunque su madre la llamaba carismáticamente "Tortilla". Tortita decía de si misma que era una persona muy tímida pero, en realidad, era algo más que eso. Era una persona. Tortita sentía vergüenza de su nombre malsonante, de su cara asimétrica, de su timbre de voz crispante, de su manera de vestir ridícula, de su peinado estrafalario y de su cuerpo informe. Por eso, cuando salía a la calle, lo hacía solamente en la madrugada, llevando en la cabeza una bolsa de papel con dos agujeros para los ojos y uno para la nariz. Si tenía que hacer papeleo en alguna administración pública, Tortita salía a la azotea de su casa, y caminaba saltando de edificio en edificio, evitando así que nadie la viera, o peor aún: que alguien la viese. A las ocho de la mañana, cuando abrían las puertas de la administración, era cuando Tortita se quitaba durante escasos segundos su bolsa de papel para poder identificarse. La gente, pese a ser temprano, comenzaba a reír nada más visionar su rostro, y la pobre Tortita, de los nervios, sufría tal transformación que se le ponía cara de otro, con lo que jamas podía rellenar ningún papel oficial.
Un día anormal, totalmente distinto a los demás, Tortita bajó al supermercado, transitando como siempre por los pasillos más vacíos de gente, y comprando solo lo que en ellos había. Por eso, acumuló una gran cantidad de objetos que nadie compra, y renunció a comer por no pasear por donde lo hace todo el mundo.
De repente, al pasar por caja, cientos de micrófonos y cámaras se abalanzaron sobre ella; "Tortita, es usted la clienta un millón de la cadena de supermercados Repollez" escuchó mientras se le nublaba la vista. Tortita yacía en el suelo bajo la atenta mirada de seis cámaras de televisión, dos redactores de prensa, tres cadenas de radio, y veinte millones de personas que veían la tele en directo ese preciso momento.
Es triste, pero Tortita se había muerto de vergüenza. -Afortunadamente, no falleció-.
Un día anormal, totalmente distinto a los demás, Tortita bajó al supermercado, transitando como siempre por los pasillos más vacíos de gente, y comprando solo lo que en ellos había. Por eso, acumuló una gran cantidad de objetos que nadie compra, y renunció a comer por no pasear por donde lo hace todo el mundo.
De repente, al pasar por caja, cientos de micrófonos y cámaras se abalanzaron sobre ella; "Tortita, es usted la clienta un millón de la cadena de supermercados Repollez" escuchó mientras se le nublaba la vista. Tortita yacía en el suelo bajo la atenta mirada de seis cámaras de televisión, dos redactores de prensa, tres cadenas de radio, y veinte millones de personas que veían la tele en directo ese preciso momento.
Es triste, pero Tortita se había muerto de vergüenza. -Afortunadamente, no falleció-.
15 Comments:
Usted cada día es más cruel, querido Gavanido.
Por desgracia, no todas las crueldades son tan tiernas como la suya, ni hacen reir.
(Me he fijado que me ha puesto un enlace. Gracias. Yo no sé ponerlos, pero hoy viene mi hijo de Polonia y me va a actualizar el blog)
Un beso.
Supongo que vendrá para su cumpleaños. No se preocupe, a mi estas cosas me las ponen, yo solo me dedico a redactar y a cotillear por ahí en blogs como el suyo, que eso es lo que mejor se me da.
Ah, trataré de felicitarla el primero.
Reciba mis más carismáticos recuerdos (de Benidorm).
No falleció, afortunadamente.
Nos encontramos ante un final más abierto que el güjero del zozono.
¿Son ecologistas las tortillas de espinaca?
¿He oído posible secuela?
¿Las tortillas francesas contratan contra los camiones íberos de frutos secos?
¿Podría gestarse una más que probable precuela?
¿Veremos en ella tortazos como los que daba el Seagal -sí, ya sabe, aquel hortera de la coleta-?
¿Alguien podría amputarme los dedos para que deje de preguntar gilichorradas?
¿Y si alguien me los cortase, podría convertir tan oscura crónica, nuestro señor Gavanido, en un suceso hilarante?
Saludos.
:-p
Interesantes y entrañables historias, algo -o mucho- borgerianas, incluso. Felicidades por el blog.
Todos somos un poco tortita...
Tortitas del mundo, uníos!
Yo si pienso en tortitas pienso, irremediablemente, en mermelada de frambuesas.
No me parece correcto que una persona con un nombre tan delicioso sea tan desdichada.
Al menos la cabeza no le estalla por subírsele la sangre al rostro.
Con el dinero del premio, ¿encontró la cura para su mal (o para el de los demás)?
Estimado Persiles, no acostumbro a rememorar historias a la carta, pero veré lo que puedo hacer con su hombre sin dedos.
Aviso a todos los comentaristas, que aunque no contesto sus sensateces a modo 'Eulalia', estas me hacen feliz, y siempre estaré agradecido por ellas.
Quedan saludados.
Seguro que tortita al verse enfocada por las cámaras se cayó al suelo de vergüenza y se pegó una torta. Ese día murió tortita pero nació Torti Superstar. Esperemos que no acabe en salsa rosa, las tortitas con salsa rosa no me gustan :)
Yo cuando sufro ataques de vergüenza -afortunadamente, también, no mortales- tengo la sensación de que todita yo abandona mi cuerpo y se va a un lugar más tranquilo donde no pase ese mal rato. Vuelvo cuando el rojo intenso ha abandonado mi cara.
Me alegro, y muy mucho, de que no falleciera.
Me siento tatalmente identificada ¿eso es malo? Todos tenemos una Tortita dentro (aunque sea en el estómago)
pues a mi me gustan las tortitas, seguro que estaba buenisima, una mujer muy dulce, seguro que se escondia tambien de manos golosas...
en serio que estoy asombrado. Gavanido, eres un maestro de la palabra. haces con las palabras lo que esos clowns que cogen un par de globos, los atan y retuercen, y forman agradables figuritas. tú coges unas cuantas letras de aquí y de allá, les das la vuelta, las trocas, las giras, las impregnas del absurdo de tu poesía... y formas carcajadas en el lector. Sospecho te partes cuando escribes todo eso. Encima le das a algunas cosas sutiles pero sublimes guiños literarios.
Eres un maestro. Veo en tu superlativo humor a los monty python, a tip y coll, a gomaespuma, a jardiel poncela... y sobre todo, a Gavanido, quien parece que se hizo a sí mismo, como algunos de los personajes de sus cuentos, que nacen de la nada.
me quito el sombrero. a partir de antes me convierto en asiduo visitante de este blog y fanático defensor de la beatificación de Gavanido. Ya estoy recogiendo firmas (bueno, la mía, jeje, que se me había caído...: demasiado estilizada...).
el tuyo es el mejor blog de cuantos he visto.
(pd.- ahora lo que se me ha caído es el sombrero... grrr, por quitármelo)
"truecas", que no "trocas"... qué vergüenza, qué bochorno, ... a ver si me va a pasar como a Tortita...
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