Firubí firubú, ahora lo afilas tú
Desde hacía impensables años, la familia de Don Fonch Crunch se había dedicado al muy respetado negocio de Afilador Ambulante.
Su trisabuelo, ya entonces fue afilador, tocando su armónica de inconfundible sonido a intempestivas horas, y recibiendo en su costado los cuchillos que desde las ventanas le arrojaban. Todos sus antecesores duraron en el negocio tan sólo dos días, dato que a Don Fonch le hacía pensarse muy mucho el hecho de seguir con la tradición familiar.
Pero Don Fonch era muy sensiblero, y sabía que el día menos pensado saldría a la calle y lo haría. Y así fue; un Luéngroves de agosto, Don Fonch cogió la bicicleta con su rueda de afilar y salió corriendo a sortear puñaladas y mandobles.
Tras dos calles, una avenida y un sorteo muy reñido, se dió cuenta de que ése no era su negocio. Así que, ávido de vida, decidió entrar en una letrería a comprarse una ene y convertirse en afinador de armónicas de afiladores -negocio notablemente peor pagado- pasando, de esta forma, desapercibido entre el vecindario.
Fue así como Don Fonch dio con la solución y, hábilmente, decidió tener un hijo por semana. A todos ellos les afinaba la armónica de lunes a miércoles, continuando así con el negocio hasta nuestros días. O, cuanto menos, los de sus hijos.
Su trisabuelo, ya entonces fue afilador, tocando su armónica de inconfundible sonido a intempestivas horas, y recibiendo en su costado los cuchillos que desde las ventanas le arrojaban. Todos sus antecesores duraron en el negocio tan sólo dos días, dato que a Don Fonch le hacía pensarse muy mucho el hecho de seguir con la tradición familiar.
Pero Don Fonch era muy sensiblero, y sabía que el día menos pensado saldría a la calle y lo haría. Y así fue; un Luéngroves de agosto, Don Fonch cogió la bicicleta con su rueda de afilar y salió corriendo a sortear puñaladas y mandobles.
Tras dos calles, una avenida y un sorteo muy reñido, se dió cuenta de que ése no era su negocio. Así que, ávido de vida, decidió entrar en una letrería a comprarse una ene y convertirse en afinador de armónicas de afiladores -negocio notablemente peor pagado- pasando, de esta forma, desapercibido entre el vecindario.
Fue así como Don Fonch dio con la solución y, hábilmente, decidió tener un hijo por semana. A todos ellos les afinaba la armónica de lunes a miércoles, continuando así con el negocio hasta nuestros días. O, cuanto menos, los de sus hijos.
16 Comments:
Si el Estado hubiera decidido crear el cuerpo de afiladores, hubieran salvado todos la vida.
Beato Gavanido:
Si Don Fonch Crunch tiene como vigésimo apellido Acerico, creo reconocerlo. Le tiré un sable desde la ventana de mi sótano y se lo tragó por su boca adyacente izquierda como si tal cosa. Eructó media libra de alfileres y un cortaúñas y me cobró doce mil pesetas por el servicio. Gran persona y mejor profesional, si es que eran el mismo. Si no, tampoco.
Respectivamente, aprovecho la ocasión para presentarle mis repuestos.
C.B.
Yo también prefiero pasarme el día chupando una armónica ajena a que me claven puñales en la espalda. Y ambas cosas a almorzar con mi suegra.
Un amigo mío siempre quiso ser afinador, pero como era una impresora rota, no pudo ver cumplidos sus sueños. Al final se dio a la bebida, y ella no me lo quiso devolver. Maldita sea su estampa.
Don Fonch podría acudir a la Orfandad de Afinadores Armónicos y pedir un tuba y un trombón de segunda mano para que sus hijos le acompañen en tan ardua tarea.
Paso a contestarles sin más rodeos. Tanto rodeo hace que todo me sepa a barbacoa, y no está mi antiguo estómago para ello. Pero que nadie se mueva; pronto me traerán el nuevo, y podré volver a comer tanques y bombas, como en mis años mozos. Algún pepino también volveré a comer. Aunque sólo con ensalada, en caso contrario me amargan.
Centre monos (partido político de simios muy moderados, o de centro).
Humo:
Usted siempre pensando en cuerpos. Don Fonch siempre fué un transgresor. Así que no haría caso a lo que le dijera su estado. Además, desde jovén, siempre tuvo un escultural cuerpo de afilador.
Coco Tercero:
Sin duda, usted habla de otro profesional. Como ya he dicho hasta la agonía, los personajes aquí retratados son reales, y los afiladores que reciben cuchillos en su costado, aunque cada vez menos, existen y son practicantes. Además, algunos de ellos, acuden a misa de seis.
Coco:
Mea legra mucho que hable de su egra. Le insto a que experimente la sensación de chuparla in situ. Si tiene mucho dinero, quizá sea más rica que el almuerzo.
Mars Attacks:
Es que no se puede estar en un cuerpo con el que uno no se siente identificado. Yo, por ejemplo, quisiera ser un Adonis de metro noventa con priapismo, y no puedo ver cumplido mi sueño. En vez de eso, soy un madurito interesante. ¡Lula, vuelva!¡Le invitaré a almorzar suegra!
Luigi:
Don Fonch fue tan listo que se inventó su puesto de trabajo y parió a su clientela.
No iba a ser tan tonto de educar además a su competencia.
Despedida:
Gavanido se fue, pero se lleva con él sus corazones, para venderlos en el Mercado Gavanido.
Firmado: Negro.
Anda que coincidencia un Luengroves hice yo la tercera comunión o la cuarta.
No le veía yo la utilidad a tener hijos, pero ahora, de repente, todas las piezas encajan. Gracias Gavanido!
He decidido otorgarle el premio "Blog Solidario". Espero que no le moleste.
Por favor, no sienta ninguna obligación por ello.
Un gran abrazo.
He leido en el blog de Tanhäuser unas bellas palabras sobre usted que me han intrigado. Debo decir que llevo revisado medio blog y que ya le amo. ¡Chapeau señor Gavanido, chapeau!
Beato Gavanido:
Siento en el alma de mi primo Alberto lo de su agonía repetitiva. Es cosa mía no conocer su martirio en defensa de sus personajes reales: en cuanto suena la musiquilla de un telediario meto la cabeza en un cubo de agua y no la saco hasta que escucho la sintonía de la carta de ajuste. La cabeza, me refiero.
Mis condolencias a su negro por lo del mercado.
C.B. El último Coco.
¿Qué día dices?.
El munes el martes, el miércoles, el mueves, el miernes, el mábado, o el momingo
Yo no es por ser tocapelotas, pero que me da a mí que si hubiera cambiado el horario de trabajo hubiera resultado más sencillo
Sea feliz
Macacolandia:
Efectivamente, las comuniones -así como los entierros- siempre son en los días menos pensados. Por ejemplo: Luengroves o Muarbadingos.
Vaderetrocordero:
Si usted se la ve, también le veo yo la utilidad. ¿Quiere usted comprarme unos cuantos hijos?
Se los vendo al peso.
Tanhäuser:
Gracias por lo de "Blog Solitario". Es cierto que esto ha estado algo abandonado últimamente, y no ha pasado por aquí ni el señor con bigote que limpia. Me siento obligado a darle un "Premio Gavanido a Quienes Premian a Gavanido" (PGAQPAG), estoy trabajando en ello. Habrá gala y entregará los premios algún Beatle o Luis Aguilé.
Laura mindrell:
Pues fíjese que yo, sólo con leer medio nombre suyo, ya le amo, ya que siento una inexplicable debilidad por las mujeres.
Coco tercerra:
No se preocupe; de siempre me ha gustado la agonía con cebolla, por ello se me repite se me repite hasta la saciedad. Pero, en realidad, sólo sufrí una allá en el 53.
En cualquier caso, le informo que la Carta de Ajuste tal cual la conocemos desapareció hace años.
¿Seguro que está usted vivo?
Reikiaduo:
El próximo Doérbades tendrá la respuesta. Esté atento. Bienvenido.
Zifnab:
No seré yo quien vaya a casa de un afilador a decirle que se ha organizado mal la vida, y que podría haber ahorrádose disgustos. ¿Seré yo, señor? No. Vaya usted delante, yo le indico el camino.
Suyo si logran atraparme:
Gavanido.
Sí, pero, ¿qué tiene todo esto que ver con la ancestral costumbre de cubrirse la cabeza al paso de los afiladores?
Vivo sin vivir en mi y tan alta dicha espero que...
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