sábado, diciembre 09, 2006

Ahora caigo

Desde que tenía uso de razón, Cayo Poco Altívero estaba constantemente cayendo al vacío.
Se puede decir que fue un tipo con suerte, pues nunca tuvo miértigo o vedo a las alturas.
Su bajada transcurría con normalidad. Su vida también.
Un año se topó con una bella -aunque acelerada- mujer caída del cielo. Cayo cayó en la cuenta de que era una excompañera de caída que, al ir algo más rápido que él -pues pesaba más- volvía a darle caza. Se cayeron muy bien, y fueron pareja durante el escaso año que coincidieron. Aunque discutieron en contadas ocasiones, nunca caían en el insulto fácil. Cuando ella cayó en estado, empezó a pesar más y cayó más rápido al vacío. Cayo, entonces, cayó solo, y siguió cayendo mientras caía a su vez en una gran depresión.
A Cayo Poco Altívero jamás le pasó nada interesante, hasta que a los ochenta y siete años murió de viejo y, cuando al fin tocó suelo, solo quedaban de él los huesos.
Sin embargo, pese a su aburrida vida, fue el resto humano que mejor caía del barrio y, sin duda alguna, el que mejor cayó.

14 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

Cada vida es un descenso vertiginoso hacia un futuro incierto...
Un saludo. Me encanta como escribes.

12/09/2006 1:23 p. m.  
Blogger Eleuterio Gálvez, el cónsul temerario dijo...

Don Gavanido:
En esta vida, cuando se cae, el optimismo consiste en que la situación no empeore. En estos casos, es cosa principal -y es de caballero- mantener estable la aceleración, que no la velocidad.
Saludos

12/09/2006 1:48 p. m.  
Blogger Ea! dijo...

¿Nadie le atosigó nunca con lo de que tenía que poner los pies en el suelo de una vez?
Qué afortunado.

12/09/2006 1:50 p. m.  
Blogger M. Imbelecio Delatorre dijo...

filosófica y tronchante a la vez la historia de don Cayo; escrita sin duda por un sabio que hace geniales cuchufletas. Bueno, ya me callo...

Un saludo, Groucho redivivo.

12/09/2006 3:10 p. m.  
Blogger Eulalia dijo...

¿Ochenta y siete años cayendo y nunca le salieron callos, ni comió callos con garbanzos, calló, ni se llevó de calle a nadie?
Ese señor tenía una ortografía perfecta.

12/09/2006 3:27 p. m.  
Blogger Gavanido dijo...

Lebrel Andrés y acento:
Bienvenido seas. De mis siete vidas, tan solo dos han sido descensos, pero supongo que como en todo, seré una excepción. Me encanta que te encante como escribo. A mí me encanta como comentas.
Recibe una calurosa vía férrea.

Hijodalgo Eleuterio:
Usted sí que sabe mantener los modales. El infame Cayo cayó sin aceleración progresiva. ¡Qué despropósito!
Coseche una lechigada.

Prístina Ea:
Cayo, como su propio nombre indica, carecía de pies.
Un peso.

Grandísimo Imbelecio:
En efecto, dicha historia se la compré por veinticuatro pesetas a un monosabio cuchufletero allá por el año veintiséis, en el Puerto de Madrid.
Le dije: ¿Puedo usar su historia para un blog? Asintió.
Un zancudo en el zapato.

Dorada Aeulalia:
En la vida de Cayo jamás hubieron faltas de ortografía, pues él seguía el sendero de la rectitud. Hacia abajo.
Y ahora, corra a besarse de mi parte, y reciba un respetuoso aunque divertido lagarejo.

12/09/2006 4:26 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Todas mis vidas han sido una sucesión de bajadas y subidas, cual montaña rusa. Algunas terminaron en bajada, con el consecuente y doloroso aplastamiento de huesos (debo pedir la receta del ungüento al coyote de los dibujos del correcaminos) y otras en subida con la consecuente asfixia al alcanzar el límite atmosférico.

Incluso es posible que en algún momento de bajada me cruzara con alguna de sus vidas, señor Gavanido. Pero no le reconocí porque entonces usted era bastante más bajito y llevaba barba. Usted tampoco me reconoció, ahora ya no soy de color verde.

12/10/2006 12:37 p. m.  
Blogger Mr.Incógnito dijo...

Llego a su blog a través de la lista de 20minutos, y quedo sorprendido ante su rica prosa y su sentido del absurdismo. Todo un placer para las córneas. Queda usted invitado a mi humilde blog.

Dos saludos.

12/10/2006 9:40 p. m.  
Blogger Mars Attacks dijo...

Ocho comentarios y nadie ha dicho que la velocidad de la caída es independiente del peso...
En fin, este relato no se sostiene. Se cae por su propio peso.
Y como dijo alguien muy sabio: "yo no tengo miedo a las alturas; tengo miedo a los suelos".

12/10/2006 10:53 p. m.  
Blogger Gavanido dijo...

Elegante Facundo celestino: empezando por su nombre y acabando por su comentario, es usted todo complejidad. Sí, le recuerdo; era usted un cuadro abstracto de Braque donde predominaba el verde pistacho (cosa rara en él, pero tuvo un mes muy ajetreado según me comentó, usted ya me entiende).
Cordiales almuerzos.

Mr. Incógnito:
Hablaré bajito para que no le descubran. Siempre me gustó mimar la córnea ajena. Llámeme caprichoso. Por favor se lo pido.
Reciba una funda de raqueta.

Señor Mars attacks: Sepa que tanto Gavanido como los otros comentaristas hicieron su propio estudio de campo, precipitando al vacío una cáscara de pistacho (el del cuadro de Braque) y una tuneladora de la M-30 simultáneamente desde un séptimo piso. Ambas cayeron a la vez, sí, pero lo que usted no sabía, los demás tampoco, y yo tampoco, es que Cayo llevaba capa, pues era tuno en sus ratos liebres. Por lo tanto, ahí actúa la famosa ley de la aerodinámica la cual, junto con la capa, desbarata su argumento. Gracias.
Reciba un plato con un primer fervor.

12/11/2006 12:06 a. m.  
Blogger coco dijo...

Sin duda Cayo fué un tipo afortunado, primero, por encontrar a la mujer de su vida y poderla abandonar, por causas ajenas a su voluntad, en cuanto quedó embarazada. Segundo, porque se pasó toda la vida la vida flotando sin darle al canabis.

12/11/2006 12:27 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La humanidad está hecha de pequeñas vidas...

12/11/2006 9:42 p. m.  
Blogger Mars Attacks dijo...

Ah, bueno, si llevaba capa ya es otra cosa. Me engullo mis letras, con salsa barbacoa.

12/11/2006 10:45 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Pues ahora que caigo, me ha caído bien este Cayo. No entendí la caída de su compañera. ¿Acaso caía deprisa? ¿Caía con paracaídas?

12/16/2006 8:47 p. m.  

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