Pan para hoy, muerte para mañana
En honor a la verdad, no eran ni tan siquiera peculiares. Sus amigos y vecinos les trataban con naturalidad y no eran marginados por nadie. Si bien es cierto que la familia Siembrapán tenía algo que les diferenciaba del resto de la población: estaban muertos. Nadie sabe cómo ni cuando, pero todo el mundo recordaba el primer día de su relación con cualquiera de ellos como un día triste, al descubrir tal detalle. Por supuesto, ninguno de sus amigos dijeron nunca nada, y pasaron por alto tal problema para no hacerles sentir incómodos.
La familia Siembrapán estaba muy orgullosa de su cruz, pues sabía que nunca tendría que pasar por el mal trago de una muerte repentina. Celebraban el día de los muertos con confeti y matasuegras, invitando a todo el vecindario -suegras incluídas- a tal evento. Disfrutaban como nadie de deportes de riesgo, como la caída libre sin paracaídas, o el submarinismo sin bombona, y tampoco tenían problemas en asestarse puñaladas para solventar pequeños problemas domésticos.
Pero un día, la tragedia llegó a la familia materializada en susto; el pequeño de los Siembrapán, sin saber muy bien cómo, cobró vida. Fue una pérdida que ninguno pudo superar. Por tal desgracia, una vez al año cada uno de los miembros de la familia Siembrapán cobraba también vida víctima de una depresión.
A día de hoy, en una calle gris de su bonita ciudad y a través de esa oscura ventana, puede verse enclaustrado en su habitación, al último de los Siembrapán. Si cruzan su mirada con él, deséenle la muerte.
O tal vez la vida.
La familia Siembrapán estaba muy orgullosa de su cruz, pues sabía que nunca tendría que pasar por el mal trago de una muerte repentina. Celebraban el día de los muertos con confeti y matasuegras, invitando a todo el vecindario -suegras incluídas- a tal evento. Disfrutaban como nadie de deportes de riesgo, como la caída libre sin paracaídas, o el submarinismo sin bombona, y tampoco tenían problemas en asestarse puñaladas para solventar pequeños problemas domésticos.
Pero un día, la tragedia llegó a la familia materializada en susto; el pequeño de los Siembrapán, sin saber muy bien cómo, cobró vida. Fue una pérdida que ninguno pudo superar. Por tal desgracia, una vez al año cada uno de los miembros de la familia Siembrapán cobraba también vida víctima de una depresión.
A día de hoy, en una calle gris de su bonita ciudad y a través de esa oscura ventana, puede verse enclaustrado en su habitación, al último de los Siembrapán. Si cruzan su mirada con él, deséenle la muerte.
O tal vez la vida.
12 Comments:
Pobres Siembrepán.
Sus muertes son los ríos que van a dar a la montaña, que es el vivir.
Qué extranos resortes mentales, querido señor Gavanido, me habrán llevado a acordarme del último libro de J.J. Millás mientra leía la historia de los Siembrapan?
Este pais nuestro esta lleno de sagas imposibles de olvidar: Los Botejara, los Izquierdo y los Cabanillas, los AgagAznar, y ahora, los Siembrapan.
Javi Brasil
elmaranteelespejo.wordpress.com
El mundo al revés encabezado por pies y pasado... maniáticamente...por un espejo que reflecta imágenes tan distorsionadas que alcanzan la entropía. No hacía falta que me asustes con vivir, el pánico me pudo hace tiempo ;)
Curiosa la historia de los Siembrapán. Al poco de nacer se les realizaba un funeral y vivían el resto de su muerte expectantes por el horror del bautizo.
Por cierto, hoy es lunes 31 y esta entrada está realizada mañana, ¿no dejara usted, señor Gavanido, que lo absurdo irrumpa en su muerte igual que la vida en esta peculiar familia, no?
Nuevo año feliz.
Qué manía con ir al mercado los miércoles; sabía yo que esto podía traer tres empanadas de atún con tomate, pero los Siembrapan se empeñaron y, ya ve.
Es curioso... acabo de pensar que, realmente, la enorme mayoría de la población del planeta está muerta.
¡Feliz año!
Mira que invitar a las suegras...
Este tipo de gente dan un mal ejemplo a los jóvenes que así nos va en nuestra caduca sociedad.
Bueno, no anda usted nada descaminado en su vorágine de piensabarullos
Si vives sin sentir maravilla por estar vivo ¿es eso vida?
http://blogs.orange.es/feliz-ahora
Si es que el mundo no es justo, con las ganas que tiene uno de morirse. Y que tenga que morirse de prisa. En fín. Feliz paño nuevo, le deseo de caparazón, querido amigo.
Qué triste historia la de la pobre familia Sembrapán...
Que reciba usted unas felices navidades (Pués las pasadas, como las uvas están...) Y Tenga un próspero aspero nuevo año mejor que el del 74 pero no peor que el del 2113...
Sin más, y sin menos también, un caluroso abrazo de un admirador (Le iba a poner admiradora, no debido a problemas de desconocimiento, sino para darle una alegría... Pero eso ya será otra historia...)
¿O una zancadilla?
Afortunados ellos, envidia me dan que vivo porque no tengo ni donde caerme muerto, que si no. Loable cuento. Merece un halargo, que es un elogio prolongado. Como los libros que son prolongados por algún escritor amigo del autor.
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