martes, enero 12, 2010

¡Golfos! (Historia fuertecita)

Majuncio y su hijo Saquito fueron condenados por felonía. Se les impuso pena de empalamiento audaz, la cual aceptaron alegres a pesar de los fallos renales que padecía Saquito y que no importunaron a su mal padre.

Majuncio era de profesión ascensor, lo cual da una idea de su perturbación viral que ya arrastraba desde bien fenicio. Cuando el magistro les aplicó, él la supo aviar. Así que cuando se les preguntó por su última voluntad, Majuncio decidió molestar al prójimo a toda costra y de modo permanente incluso estando fenecido, y pidió ser empalado y abandonado en un paisaje típicamente mediterráneo, es decir, en pleno campo de golf.

De este modo, Majuncio y Saquito ahí permanecen, en el campo de golf, bien empalados. Al principio hubo toneladas de quejas, saqueamientos de cajas y arqueaminentos de cejas, pero actualmente empleados los retiran al alba para no asustar a los golfistas y los dejan emplazados en su sitio original empalados al retirarse el sol, metiendo sendas estacas en sendos agujeros.

Esto se ha convertido en una especie de moda entre los condenados a empalación. No ponga esa cara; esta alegre pena es más común de lo que se cree. Pasa todos los días en todos los campos de golf de la costra.