martes, junio 22, 2010

Pecho cargado

Floripepa Malaganes pensaba a sus tiernos catorce años que su pecho estaba cambiando. Y así fue.
Hoy por hoy, con treinta y cinco años, cuando la ven pasar los jóvenes exclaman con vulgaridad: "¡Cuántas tetas tiene!". Y están en lo cierto, pues Floripepa cuenta con nada menos que novecientos setenta y un pechos y tres pezones sueltos, todos ellos de un tamaño, digamos "estándar" y una turgencia envidiable por muchas.
La conocí en un foro sobre papiroflexia (aplicada a la espectrografía molecular). Quedamos un día para tomar un café en Rollados, pues ella vivía cerca, a unos doscientos setenta y siete kilómetros. Cuando la vi la reconocí enseguida; ella llevaba un sombrero pintoresco tal y como acordamos. Quise darle un abrazo, pero no hubo por dónde coger el tema, pues ese día carecía yo de brazos. Fue difícil no hablar de lo que resultaba evidente a la vista: mis ridículas antiparras del siglo pasado, y el hecho de que estaba desnudo, con sólo unos calcetines del siglo pasado también.
Nos despedimos efusiva y cálidamente con la mano desde lejos, ella se fue con sus novecientos setenta y un pechos, y yo acabé, tras diversas aventuras y comprar el periódico, en un cuartelillo turco donde conocí a un monosabio catadrióptico que me contó la próxima historia.