Sé creto
La fijación de Garrido por los peces era un secreto a veces.
Es decir, que en unas ocasiones nadie sabía nada,
y en otras ocasiones -siempre de día-,
todo el vecindario de él se reía
y con el dedo le señalaba.
Él, por su parte, a voces se sentía simpático
y a voces se sentía ridículo.
Por esto, cuando los vecinos señalaban con el dedo a Garrido y se reían de él, de inmediato sabían si estaba bien o se sentía ridículo, gracias a sus berridos.
Las escenas que se produjeron esos años eran hilarantes, y no volverán.
Es decir, que en unas ocasiones nadie sabía nada,
y en otras ocasiones -siempre de día-,
todo el vecindario de él se reía
y con el dedo le señalaba.
Él, por su parte, a voces se sentía simpático
y a voces se sentía ridículo.
Por esto, cuando los vecinos señalaban con el dedo a Garrido y se reían de él, de inmediato sabían si estaba bien o se sentía ridículo, gracias a sus berridos.
Las escenas que se produjeron esos años eran hilarantes, y no volverán.