lunes, marzo 31, 2008

Vida y vía del Buen Petronio (Parte I)

El Buen Petronio se despertó un día con la decisión de ir a trabajar con su automóvil por la vía del tren, evitando atascos innnecesarios, de esos de tres enes. De esta forma, convertía los atascos innecesarios, en impronunciables. Así pues, se bajó de sus pies, se montó en su coche y lo hizo. Se desplazó con por el raíl durante treinta y seis años, hasta el día de su jubilación. Nunca tuvo ningún problema, nadie le vió y jamás se supo.

martes, marzo 18, 2008

El bonito idilio de Velasco y su rata Delasco

Velasco, desde su más tierna vejez, tenía la costumbre de quedarse un rato en el mundo de los que cuelgan segundo. Cuando se despedía de alguien por teléfono, esperaba a oír la señal de "comunicando" para darse un paseo en la soledad del que cuelga el último. A veces, el garbeo era tan largo que le acompañaba su distinguido perro Emmanuello, y aprovechaba para realizar sus necesidades más secundarias, como leer el periódico en zapatillas o fumar en shisha.
Por aquellos lares, Velasco encontró cientos de pitidos y de silencios de negra, además de algunos "oigas" de gente desesperada preguntando si se había cortado o le habían colgado. También se topó con tarados que conversaban como si tal cosa con el propio vacío, y con las famosas Ratas Roedoras de Cables de Cobre Engordadas a Base de Poliuretanos Decantados (RRCCEBPD). Éstos poliuretanos se decantaban más bien por la extrema derecha, aunque juraban por su abuela que eran de centro. Velasco entabló cierta amistad con una de esas Ratas, llamada Delasco, y para evitar colgar segundo comenzó una bonita relación por carta que ya dura seis meses. En la tercera carta llegaron a besarse, y el Día de los Enamorados, Velasco le regaló un bebé parido por él mismo y un bonito collar de ámbar de semáforo. La Rata caníbal se lo ventiló en un decir "¡Jesús!" y, emocionada por el detalle, le propuso el matrimonio. Pese a ser muy soltero, Velasco aceptó la propuesta y se casó con una morena escultural de Móstoles.
Antes de contar el final de esta bonita historia de amor, me gustaría animar a toda la gente que no la está leyendo, a que lo haga. Gracias.

jueves, marzo 06, 2008

¡Sangre! ¡Violencia! ¡Tripas! ¡Amor!

Manteca de Esparta se casó con su afamado amado lanzador de cuchillos. Peste a tal oficio, Arcipeste era tan buena persona que se le podía perdonar alguna puñaladita de nada. Así comenzaron, pero con el tiempo se le escapaban varias al día, y Manteca decidió empezar a devolvérselas. De éste modo se divertían y crecía su afecto. El diez del agosto que viene tuvieron un arrebato de amor puñalístico, y pusieron el piso perdido.
En cambio, Aurelola, soltera desde que se inventó, treinta y siete años, tres hijos, dos periquitos y una dentadura, estaba acostumbrada a sortear estos problemas, ya que se casó en la mañana del miércoles con un carnicero torpe que se llevaba el trabajo a casa. Aurelola sorteaba tan bien sus problemas que siempre les tocaban a otros.
Si algún día van a casa de Aurelola, sigan sus conejos y cómprenme dos higadillos y medio pollo, pues hoy viene un carnero macrófago cabreado a cenar y necesito contentarlo (si quiero que mi nieto siga trabajando).